Una madre de familia descubrió que su hijo le daba dinero a otro en su colegio, al principio ella pensó que su pequeño era víctima de bullying. Cuando decidió confrontarlo se enteró de una emotiva verdad.
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“Mi madre me llamó y me dijo que estaba preocupada por si mi hijo podría estar sufriendo acoso escolar por uno de sus compañeros de clase.
Le pregunté a mi pequeño que si eso era cierto, pero me dijo que le estaba dando dinero voluntariamente a ese niño porque en su familia eran muy pobres. Todo apuntaba a que estuviese siendo intimidado, pues además el “presunto acosador” es un niño es de una constitución bastante más fuerte que la suya. Así que me acerqué aún más a él y le dije que no pasaba nada por admitir que estaba siendo intimidado, pero mi hijo me llevó a ver la casa del niño. Era bastante evidente de que no tenían mucho dinero y que lo estaban pasando francamente mal. Mi hijo sabía que tenía la suerte de ser más privilegiado en cuanto al dinero, y por eso decidió compartir el suyo con él.
A partir de ese día, le empecé a dar algo de dinero extra y a echarle comida de más para que su amigo pudiese disfrutar de ambas cosas también. El día del cumpleaños de mi hijo le invitamos a unirse a la fiesta, pero dijo que tenía que irse a casa a cuidar de su hermana. Después me enteré de que se sentía avergonzado porque no tenía ningún regalo que hacerle.
Mi pequeño le llevó la tarta que sobró al día siguiente y se le iluminó la cara con una enorme sonrisa: “Nunca he tenido un pastel por mi cumpleaños, mis padres no podían permitírselo”, le confesó a mi hijo, que llegó llorando a casa ese día. Al día siguiente le llevó unos cuantos de sus juguetes, alegando que ya tenía muchos y que no le hacían falta tantos.
La semana pasada nos enteramos de que el padre del muchacho había fallecido. Su madre apenas ganaba dinero, así que mi madre se ofreció voluntariamente para cuidar de la hermana del pequeño (mi madre cuida a otros niños en el barrio, por lo que para ella no era problema) para que el niño acudiese a la escuela y no tuviera que quedarse en casa del niñero. Mi hijo se puso loco de contento cuando le conté que su amigo podía quedarse con nosotros después de la escuela, hasta que su madre volviese de buscar trabajo.
Desde entonces han sido muy buenos amigos, y a pesar de que mi hijo es menor que él, actuó como su protector (a su amigo sí que le acosaron en la escuela por ser pobre, tanto que sus zapatos estaban llenos de agujeros, solo tiene un par de uniformes del colegio y lleva los libros en una bolsa de plástico porque no pueden comprarle una mochila).
Mirad, yo no estoy aquí para presumir. Solo estoy aquí para desahogarme porque un niño de 8 años que tiene más dinero que antes, no lo usa para elevar su nivel de vida gastándolo, sino dándolo. Le he visto crecer, deseando siempre que sobresaliera en la escuela y triunfara como persona. Si no me trae buenas calificaciones, estaré tranquila sabiendo que crecerá siendo una gran persona.”
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